Escuchad, pobrecillas, por el Señor llamadas, de diversas partes y provincias congregadas.
Vivid siempre en la verdad para morir en obediencia.
No viváis la vida de fuera, puesto que la del espíritu es mejor.
Os ruego con gran amor que administréis con discreción las limosnas que os dé el Señor.
Las que se hallan afligidas por enfermedad y las otras que os esforzáis por atenderlas, todas por igual soportadlo todo en paz.
Que sean altamente caras vuestras fatigas, ya que cada una será reina en el cielo coronada con la Virgen María.
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