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Tránsito de Nuestro Seráfico Padre

Tránsito de Nuestro Seráfico Padre
San Francisco de Asís

jueves, 28 de enero de 2010

Poema A Un Fraile Franciscano

Poema A Un Fraile Franciscano, En Agradecimiento De Una Caja De Jalea de Luis de Gongora



Gracias os quiero dar sin cumplimiento,
Dulce fray Diego, por la dulce caja;
Tal sea el ataúd de mi mortaja,
Y de mis guerras tal el instrumento.
Consagrad, Musas, hoy vuestro talento
A la monja que almíbar tal le baja,
Pues quien acabar suele en una paja
Sella ahora el estómago contento.
Cualquier regalo de durazno o pera
Acoto suyo, si podrá un amigo
Escotar un discípulo de Scoto.
Confieso que de sangre entendí que era
Cámara aquella, y si lo fue, yo digo
Que servidor seáis, y no devoto.

1 comentario:

  1. .

    Ovillejo:
    .
    .
    Un recuerdo.
    A: Fray Aurelio Fernández, OFM
    16 de julio de 1903--- 28 de febrero de 1964
    Fundador de Orden Hermanitas franciscanas
    Cooperadoras Parroquiales de la Asunción
    .
    .

    ¿Quién se opone a lo que en su mente se taladre?
    Padre
    .
    ¿Será otra hoja –de vida- desprendida, y yo no sé?
    José
    .
    ¿Qué seria, no vivir en la vida, el evangelio?
    Aurelio
    .
    Tornaba sus pasos tras el Hno. Francisco el Bueno,
    Dentro del remanso impasible del cristianismo
    -como Desprendida hoja cae al peso del sereno-,
    El Padre José Aurelio.

    “Como una Hoja”
    A: Fray José Aurélio Fernández Pérez


    Tornaba sus pasos tras el Hno. Francisco el Bueno,

    ¿Triste?, ¡No! , iba llorando, pero de alegría

    -como hoja soltada, cae al peso del sereno-,



    pues Francisco , le llevara con Cristo y María

    ¿Quién se opondría a lo que en su mente se taladre?

    ¡Padre! no tengáis congoja, os dejo el alma mía.



    Antes seminarista, Enferma, descubre…

    ¿Será otra hoja –de vida- desprendida y no se?

    José acepto lo incomprensible, él, eso lo cubre.



    De buen predicador -decía- no fracasé

    daba gusto escucharle con su acento y leísmo

    saboreando pobreza, estrecheza, decíase.



    Dentro del remanso impasible del cristianismo

    ¿Qué sería no vivir la vida de evangelio?

    Aurelio aceptó, el paso marca al Catecismo.



    Cristo, María, Francisco, Sagrado trifinio

    bifurcaciones que acepta y toma mansamente

    hasta que se resulte impregnado en su concilio



    perdonaba faltas y miserias sabiamente

    con juventud seráfica, piadoso rezara,

    cerramos la hoja del libro, con rostro doliente.



    Era hijo de Fernández, que así se apellidara

    Y de Socorro, mujer de mucha fe y pasión

    él, José Ma. Que el padre González bautizara



    Siempre “para todo uso” presenta una oración

    el frailecito que siempre esboza una sonrisa

    sobre su siempre, grueso gabán, un medallón



    En la iglesia se celebraba su última misa,

    las campanas lloraban como un ultimo ruego

    veían que la parca se acerca muy aprisa





    No le decimos adiós, yo le digo hasta luego

    pues quizás por tanto calor se lo comió el clima

    El Padre José Aurelio siempre vivirá en mi ego,

    !El Ángel encarnado, Nelahel... vuelve a su cima!





    Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano, OFS

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